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SUIZA: EL REFERÉNDUM SOBRE EL MATRIMONIO ES UN VOTO SOBRE LA IGUALDAD

El 26 de septiembre de 2021, la ciudadanía de Suiza votará en un referéndum sobre la igualdad matrimonial.

Se les preguntará si confirman o rechazan el rotundo voto del Parlamento suizo en diciembre de 2020 para que el matrimonio sea accesible para todas las parejas.

Lea más en este artículo escrito por el Coordinador de Investigación de ILGA Mundo, Lucas Ramón Mendos, y el Gerente de Comunicaciones, Daniele Paletta.
Traducción al español por Francisco Peña Díaz.

Este artículo apareció por primera vez (en inglés, francés y alemán) en el sitio web de la Rosa Luxemburg Stiftung.
Una traducción está disponible en inglésfrancés y alemán.

 

Una línea con los colores del arco irisUna línea con los colores del arco irisUna línea con los colores del arco iris

Suiza: el referéndum sobre el matrimonio es un voto sobre la igualdad

Ninguna familia lo tiene fácil. Sin embargo, además de lo que la vida les depare, algunas familias afrontan una carga adicional: la lucha por ser reconocidas legalmente y en igualdad de condiciones.

El 26 de septiembre de 2021, tras siete años de debate parlamentario, la ciudadanía de Suiza votará en un referéndum sobre la igualdad matrimonial: se les preguntará si confirman o rechazan el rotundo voto del Parlamento suizo en diciembre de 2020 para que el matrimonio sea accesible para todas las parejas.

A pocas semanas de la votación, el apoyo a la igualdad matrimonial en toda Suiza parece estar claro. Al menos 23 municipios organizaron actos en junio de 2021 para dar el pistoletazo de salida a la campaña nacional «Sí, quiero». Un sondeo reciente encargado por la Corporación Suiza de Radiodifusión mostró que el 63% de las personas encuestadas están a favor de conceder a las parejas del mismo género el derecho a contraer matrimonio. Un claro llamamiento a la igualdad está resonando en los actos del Orgullo en todo el país. Y, pese a todo, las voces discrepantes se están haciendo oír, algunas incluso recurriendo a tácticas desleales, como el envío de ciberataques contra el sitio web del comité nacional de Matrimonio Civil para Todes.

¿Qué está en juego?

Actualmente, en Suiza las parejas del mismo género únicamente pueden registrarse como una pareja de hecho. En 2020, el parlamento suizo introdujo en el ordenamiento la igualdad matrimonial; sin embargo, sus opositores solicitaron la celebración de un referéndum contra este avance.

Como explica el Consejo Federal, la reforma implica que las parejas del mismo género podrán celebrar una boda civil y estarán en igualdad de condiciones con el resto de parejas casadas, tanto institucional como jurídicamente. Por ejemplo, le cónyuge extranjere de une ciudadane suize podría solicitar la naturalización simplificada. Las parejas del mismo género también podrían adoptar une hije juntes. Además, las parejas de mujeres casadas tendrían acceso a la donación de esperma regulada legalmente. Las parejas registradas podrían convertirse en matrimonio, pero ya no podrán inscribirse nuevas parejas bajo esa misma fórmula

El matrimonio igualitario en el mundo

En la mayoría de países, el reconocimiento pleno de la igualdad ante la ley para los matrimonitos de personas del mismo género únicamente se logró después de adoptarse previamente algunas protecciones menos amplias. Los derechos de convivencia, las parejas registradas y las uniones civiles existían ya en la mayoría de las jurisdicciones que ahora tienen leyes de matrimonio igualitario. En el caso de Suiza, estos primeros pasos se dieron en 2007, con la Ley Federal de Parejas Registradas, y en 2018, cuando se legalizó la adopción por parte del segundo progenitor para las parejas que viven como parejas registradas o que conviven de facto.

Sin embargo, en la mayor parte del mundo las parejas del mismo género se ven obligadas a sobrevivir sin ningún tipo de protección, lo que las hace muy vulnerables a sufrir inestabilidad económica y emocional. Tan solo algunos países han conseguido avances: desde el año 2000, un número cada vez mayor de Estados ha ampliado progresivamente la definición de matrimonio para proteger y reconocer plenamente a las parejas del mismo género y a sus familias. A día de hoy, hay al menos una jurisdicción donde el matrimonio entre personas del mismo género es legal en todos los continentes.

 

Una infografía sobre el reconocimiento de las familias arco iris en todo el mundo. La imagen muestra que, en diciembre de 2020, 28 Estados miembros de la ONU permiten la igualdad matrimonial, y 28 tienen leyes de adopción conjunta. 34 contemplan algún tipo de reconocimiento de parejas de hecho, y 32 permiten la adopción por parte de un segundo progenitor del mismo sexo

 

Una infografía sobre el reconocimiento de las familias arco iris en todo el mundo.
La imagen muestra que, en diciembre de 2020, 28 Estados miembros de la ONU (y Taiwán) reconocen el matrimonio igualitario, y 28 reconocen la adopción conjunta.
34 contemplan algún tipo de reconocimiento de parejas del mismo sexo, y 32 permiten la adopción por parte de un segundo progenitor
(fuente: informe Homofobia de Estado de ILGA Mundo, diciembre de 2020)

 

Según el informe Homofobia de Estado de ILGA Mundo, 28 Estados miembros de la ONU permiten el matrimonio entre personas del mismo género, junto con otro Estado no miembro de la ONU y 30 territorios no independientes de todo el mundoLos datos de ILGA-Europe, nuestra región encargada de Europa y Asia Central, muestran que 16 países de la región ya reconocen el matrimonio igualitario.

Hace más de 20 años, los Países Bajos fueron el primer Estado miembro de la ONU en legalizar el matrimonio igualitario. En el año 2000, la idea de gozar de plena protección matrimonial igualitaria ni siquiera estaba en los sueños de la mayoría de las personas LGBTI, pero hoy es una realidad en casi 30 Estados. Poco después de los Países Bajos, Bélgica (2003) y España (2005) siguieron su ejemplo, mientras que, en Norteamérica, Canadá fue pionera en la conquista de la igualdad matrimonial, primero a nivel provincial y en 2005 a nivel nacional.

En 2006, Sudáfrica se convirtió en el primer (y hasta ahora único) Estado africano miembro de la ONU en abrir el matrimonio a las parejas del mismo género. Por su parte, Argentina fue el primer país de América Latina hace once años (2010), y pronto le siguieron Uruguay y Brasil (2013), y más tarde Colombia (2016). En Oceanía, Nueva Zelanda se sumó a la lista en 2013 y  Australia en 2017.  En Asia, Taiwán aprobó el matrimonio igualitario en 2019.

Todas estas reformas han sido el resultado de la labor de defensa y sensibilización que han llevado a cabo las organizaciones de la sociedad civil en cada Estado, a nivel regional e, incluso, internacional. Suiza aún no se encuentra entre estos países, pero es posible que esa situación cambie pronto.

El matrimonio igualitario a votación

De hecho, el último escalón que separa a Suiza de la igualdad matrimonial es un referéndum.

No es la primera vez en el mundo que el derecho al matrimonio se somete a votación popular, con resultados tanto favorables como perjudiciales. Los estados norteamericanos de Maine, Maryland y Washington (2012), así como Irlanda (2015) y Australia (2017) han superado votaciones populares que sirvieron para cristalizar el apoyo de la población a la hora de avanzar hacia el matrimonio igualitario gracias a importantes victorias.

Por el contrario, en al menos dos jurisdicciones una votación popular contraria al matrimonio igualitario supuso un gran golpe para las comunidades LGBTI locales en California (2008) y en Taiwán (2018). Con estas duras derrotas, millones de personas vieron cómo sus conciudadanes les privaban a ellas y a sus familias de protección legal, a menudo en nombre de la religión o la tradición. Los derechos de las minorías no deberían estar sujetos a la voluntad de la mayoría. De hecho, someter nuestros derechos a votación puede convertirse en un arma peligrosa contra la igualdad, desencadenando en el debate público un aluvión de comentarios homófobos que pueden evolucionar hacia la hostilidad y la violencia descarada, e incluso pueden proporcionar una plataforma a detractores y grupos de odio para impulsar y continuar su oposición a los derechos. Pese a todo, la resistencia y la determinación de los movimientos locales permitieron superar estos duros reveses, y hoy estas dos jurisdicciones gozan de plena igualdad matrimonial.

Matrimonio igualitario: ¿lo necesitamos realmente?

Parafraseando el eslogan de la campaña por la igualdad matrimonial, la respuesta sólo puede ser: «Sí, lo queremos«. Todes lo queremos. Avanzar en el camino de la igualdad tendrá un impacto en la vida de muchas personas: en las parejas que ya existen, pero que aún no estaban en igualdad de condiciones; en las que no quieren casarse, pero que ahora tienen la opción de tomar esa decisión; en las que, al crecer, sabrán que su amor es reconocido y respetado, y no tiene por qué esconderse. A la larga, la igualdad matrimonial repercutirá en toda la sociedad: no quitará derechos a nadie, sino que los pondrá a disposición de más personas. Y más igualdad se traduce en sociedades más justas y estables.

Sabemos que esta realidad está muy lejos de alcanzarse en muchas partes del mundo.

En muchos países, los debates en torno al matrimonio igualitario suelen contar con detractores que argumentan que, al modificar la definición de matrimonio, los Estados estarían alterando una de las instituciones más básicas y preciadas de la sociedad, permitiendo una nueva forma de organización social de consecuencias desconocidas.

No obstante, sabemos que la institución del matrimonio sigue siendo el vehículo legal más completo para el reconocimiento oficial de una relación afectiva. Aunque la apertura de dicha institución no se traduce automáticamente en la plena igualdad para todas las familias arco iris -por ejemplo, aquellas con acuerdos de co-paternidad, o aquellas jurisdicciones en las que las personas trans se enfrentan a obstáculos adicionales para ser reconocidas como progenitoras conforme a su género-, sabemos que el matrimonio sigue siendo el tipo de unión que ofrece un mayor número de beneficios, derechos y deberes.

Conviene dejar claro que la legalización del matrimonio igualitario no tiene por efecto permitir que las parejas del mismo género formen una familia. Estas familias ya existen y han existido entre nosotros durante décadas, si no durante siglos. La cuestión es si estas familias están efectivamente protegidas y reconocidas por la ley en igualdad de condiciones o, por el contrario, abandonadas a su suerte. Además, al legalizar el matrimonio entre personas del mismo género, los Estados allanan el camino no sólo para proteger a les cónyuges, sino también a sus hijes, en particular si se contemplan y equiparan también los derechos de paternidad y adopción de las personas LGBTI. La regulación de las obligaciones y responsabilidades parentales derivadas de una unión legalizada entre les progenitores beneficia a toda la unidad familiar y hace desaparecer el estigma de pertenecer a una familia considerada por la ley como “menos valiosa”.

A lo largo de las dos últimas décadas, Suiza ha logrado grandes avances en el respeto de los derechos de las personas de orientación sexual o identidad de género diversas: promulgó la Ley de Parejas Registradas en 2007; desde 2018, permite la adopción de hijastres a las parejas que viven como parejas registradas o en convivencia de hecho; en 2020, votó a favor de incluir la orientación sexual entre los motivos protegidos contra la discriminación y la incitación al odio en su Código Penal; y pronto entrarán en vigor las leyes que permitirán simplificar los procedimientos legales de reconocimiento de género.

Se han conseguido avances, y hay margen para más. De momento, en Suiza sólo se ha escrito «igualdad matrimonial» con un trazo de lápiz. El 26 de septiembre será el día en que este hito histórico podría quedar escrito con tinta o ser borrado de los libros, dejando a toda una comunidad sin otra opción que seguir luchando por sus derechos. Optar por el respeto, el reconocimiento y la igualdad -no en el futuro, sino ahora mismo- sería una solución mucho más sencilla y justa.