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PARA CELEBRAR Y RECONOCER LAS IDENTIDADES BI, DEBEMOS MIRAR MÁS ALLÁ DE LO BINARIO

Este es un artículo de opinión escrito por 
Rāwā Karetai, Presidente – Comité Directivo Bisexual de ILGA Mundo,

Luz Elena Aranda, Cosecretaria General de ILGA Mundo.

Traducción del inglés al español por Alejandro Hilarión Moncada.
Una versión condensada de este artículo se publicó originalmente en
 Openly

 

“Bueno, deberías elegir ahora: ¿los hombres o las mujeres? ¿este género o el otro? Ya sabes que no te puede gustar más de uno”. Quienquiera que se indentifique en el espectro bisexual y esté fuera del closet probablemente tenga el recuerdo de haber oído estas palabras una y otra vez, como una bofetada que duele y se repite.

Confiar en alguien lo suficiente como para salir del closet y escuchar como respuesta que necesariamente “se debe escoger o decidir” es un desaire muy frecuente. El mundo espera que elijamos y ya, como si el poder pensarse con la capacidad de estrechar vínculos físicos, románticos y emocionales con el mismo, con otro o con más de un género fuera algo reprochable, como mezclar peras con manzanas. Es que está tan arraigada la visión binaria del mundo – incluso al pensar cómo nos atraen las personas – que la sociedad responde con rechazo a todo aquello que cuestiona lo binario, incluso de manera abiertamente hostil.

Por supuesto, la realidad es mucho más diversa: las identidades bisexuales, pansexuales y queer son une parte esencial de la familia global LGBTIQ y la Semana de la Conciencia Bisexual+ es la ocasión para celebrarlas, concientizar y promover su aceptación y reconocimiento, incluso al interno de nuestras comunidades. Es una ocasión gloriosa y que empodera. Sin embargo, sabemos que esto es tan solo el primer paso en el camino que debemos recorrer para apoyar y abrazar a una comunidad que sigue siendo fuertemente invisibilizada.

La imagen dice: Debemos dejar atrás las ideas heteronormativas y binarias de cómo deberíamos ser las personas y comprender que las OSIEGCS son tan diversas como nosotres

En el núcleo duro de la bifobia se encuentran las ideas prejuiciosas que afirman que las personas bisexuales pueden optar por suprimir su dimensión no heterosexual para vivir libres de discriminación, o bien que las personas bisexuales fingen ser queer para “buscar atención” como si solo fueran “turistas” en los espacios de la diversidad.  Sin embargo, esperar que las personas puedan o deban “elegir” es una forma de discriminación en sí misma: lo que puede ser percibido como un simple pedido de ajustarse a las normas binarias de atracción tiene, en la práctica, consecuencias muy gravosas.

Cuando damos por supuesta la orientación sexual de una persona con base en el género de su pareja, y asociamos estereotipos dañinos a la bisexualidad, creamos entornos inseguros para parte de nuestras comunidades, tanto para quienes están fuera del closet como para quienes no lo están.  “La visibilidad podría exponerme al prejuicio, al cuestionamiento permanente y al rechazo” y “¿ por qué debería abrirme sobre quién soy, o incluso entrar a espacios donde las (micro) agresiones podrían ser la norma?” son inquietudes que forman parte de la misma moneda.

La invisibilidad impuesta a personas bisexuales tiene consecuencias. Estudios realizados alrededor del mundo coinciden en que las personas bisexuales sufren peores resultados en los índices de salud mental y física en comparación con sus pares. El estrés que sufren las minorías puede conducir a mecanismos de supervivencia poco saludables, como el abuso de sustancias y la exposición a conductas sexuales de riesgo. Además, al tener que lidiar con permanentes críticas y falta de apoyo, pueden verse impedidas de acceder a apoyo psicológico.

En situaciones de particular vulnerabilidad, esta mezcla tóxica de invisibilización y prejuicio puede convertirse en algo aún más peligroso. Les solicitantes de asilo bisexuales, por ejemplo, pueden terminar siendo juzgades como personas que están “fingiendo” su sexualidad con el fin de comenzar una nueva vida en otro lugar y por consiguiente ver rechazadas sus solicitudes. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha señalado lo difícil que es documentar los casos de violencia contras les personas por motivos de bisexualidad y, en ausencia de datos, es casi imposible comprender el alcance de un problema. Como resultado, las iniciativas de trabajo, asistencia y articulación dirigidas a gays y lesbianas difícilmente satisfacen las necesidades específicas de la comunidad bisexual y, a menudo, tienen lugar en espacios donde las personas bisexuales pueden ser víctimas de actitudes hostiles.

A pesar de tener que trabajar contra un fuerte estigma, la comunidad bisexual ha seguido, ante todo, promoviendo el cambio y exigiendo visibilidad. Lenta pero constantemente, las narrativas han comenzado a cambiar: los medios de comunicación ofrecen cada vez más representaciones positivas de la bisexualidad; la cultura popular ha abierto espacios para que se presenten modelos a seguir. Al igual que para otras poblaciones, Internet ha conectado a personas y comunidades aisladas en todo el mundo, contribuyendo a desterrar mitos y a iniciar conversaciones. Por ejemplo, un artículo sobre Mwanga II Basammula Ekkere, un rey bisexual que gobernaba en Uganda en el siglo XIX, ha contribuido al debate sobre el impacto de los procesos de colonización sobre la sexualidad. La visibilidad para las personas bisexuales es una cuestión política.

Sin embargo, la visibilidad no puede ser la única respuesta para todo. La conciencia sobre las realidades y experiencias vividas por las personas bisexuales, pansexuales y queer debe elevarse en todos los niveles de la sociedad si queremos lograr un cambio real.

En 2018, ILGA Mundo reunió a defensores de derechos humanos bisexuales para alzar su voz ante las Naciones Unidas: un acontecimiento histórico que permitió que les funcionaries estatales pudieran conocer de primera mano las necesidades específicas de la comunidad. Estudios focalizados e iniciativas de recopilación de datos están comenzando a emerger y encuentran más espacios para su divulgación, tales como la Revista sobre Bisexualidad (“Journal of Bisexuality”) y las históricas Conferencias sobre Investigación Bisexual (Bisexual Research Conferences) organizadas en el Reino Unido y los Países Bajos en los últimos años. Las organizaciones lideradas por la comunidad están generando iniciativas específicas para personas bisexuales, incluso en un contexto de grave falta de financiación y apoyo externo.

El camino hacia el respeto de las identidades bisexuales se basa en la concientización y la visibilidad, con espacios para que la comunidad obtenga un apoyo a la medida de sus necesidades. Para lograr avances significativos, las organizaciones deben invertir en liderazgo bisexual y proporcionarles financiación y recursos adecuados. Simplemente agregar una «B» a la sigla LGBTI no equivale a una representación verdadera: para mantenerla allí, las organizaciones deben realizar un trabajo real y significativo que esté específicamente dirigido a la comunidad bisexual.

Pero el cambio ha de ir por más: debemos dejar atrás las ideas heteronormativas y binarias de cómo deberíamos ser las personas y comprender que las orientaciones sexuales, las identidades y expresiones de género y las características sexuales son tan diversas como nosotres, y todas son igualmente válidas. Romper con las categorías binarias es la manera en que desmantelaremos los prejuicios y valoraremos verdaderamente y celebraremos a las personas bisexuales, pansexuales y a todas las personas en nuestras comunidades cada día. Nuestras identidades no son objeto de debate.